En el estado de derecho en el cual vivimos actualmente existen 2 tipos de propiedades: la propiedad del estado, conocida como propiedad pública, y la propiedad privada. Ambas tienen fines específicos para la utilidad de todos, así el estado debe producir beneficios con esas propiedades al igual que los propietarios privados. En palabras del expositor mexicano: “las propiedades privadas no son para el beneficio exclusivo de los privilegiados, sino que deben dar parte de sus utilidades a la sociedad en la cual se encuentran”; basándonos en esta idea las propiedades privadas son una forma de darle beneficios al estado (se deduce que por ende a la sociedad, aunque esto verdaderamente no ocurre), de ahí es donde nace el concepto de privatización.
Entonces podemos entender privatización como el proceso en el cual las empresas propiedad del estado son adquiridas total o parcialmente por particulares, como una forma de que estos devuelvan parte de sus ganancias, quitándole al estado instituciones poco rentables o que éste ya no puede invertir favorablemente en ellas. Pero actualmente se puede dar otra concepción a privatización, ya que las propietarios solo tienen derecho a explotar la superficie de sus terrenos, no pueden invadir ni los subsuelos ni las superficies aéreas (sin previa concesión por parte del Estado), se induce que estos [subsuelos y superficies aéreas] son de todos y por ende administrados por el Estado; sabiendo esto el otro tipo de privatización es cuando el Estado da concesiones a entes privados para explotar el subsuelo, aguas (superficiales o subterráneas), o para utilizar el aire para enviar señales radiales o televisivas.
Con estos datos podemos dar ejemplos claros de cada una de las privatizaciones aquí expuestas. De la primera una ilustración sería se vendieran instituciones tales como (basándome en supuestos del caso de Costa Rica): las dedicadas a las telecomunicaciones (RACSA), las de producción eléctrica (ICE), las de transporte ferroviario (INCOFER) o las distribuidoras de agua potable y alcantarillados (AyA), solo para mencionar unos casos. Para el segundo tipo basta con mencionar uno de los casos (reales) más sonados de concesiones: la del proyecto Crucitas (u otros con menos suerte como los quebradores de la familia Dobles) y para entender el concepto del espacio aéreo las concesiones radio-televisivas de Radio U y Canal 15, entre muchísimos más.
Nosotros no debemos descartar ninguna idea de buenas a primeras sin analizar y estudiar bien el tema, por eso decir que la privatización es la decadencia del estado, o ,por el contrario, decir que el estado solo podrá crear una mejor economía nacional es mediante la privatización, son, ambas, falacias, ya que no contienen una verdad real y se basan en suposiciones. Cuando ya se ha realizado un correcto proceso de investigación y de observación objetiva (siguiendo tal vez el análisis social al estilo Weber) incorporando las experiencias de otros países como el caso de México y uno, aun más mencionado en los medios, el de los EEUU; puedo concluir que el estado no debe apartarse jamás totalmente de la economía y dejar que se nivele sola en un proceso natural (como lo aseguraba Smith), si no, más bien debe guiar esos procesos e intervenir, de forma moderada, para que la economía no se desvíe hacia un declive, por ello la privatización total, o la “nacionalización” de las empresas privadas no es el mejor método, sino que debe haber un punto intermedio, en dónde el Estado mantenga aquellas empresas (siempre y cuando las pueda mantener con un capital fuerte y competitivo) que tienen visiones sociales verdaderas para el provecho común y la empresa privada debe involucrarse en los otros aspectos cotidianos de consumo.
Por esto es importante recalcar que la vida no es ni blanca ni, mucho menos, negra, sino una gama infinita de grises y, más importante, contiene una cantidad mucho más grande de bellos colores.
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